viernes, 12 de diciembre de 2014

¿A quien iré?

Leyendo el libro Cincelado por las manos del Maestro de Erwin Lutzer; me encontré con este tema tan interesante y que de verdad me puso a meditar, Quiero compartir con ustedes textualmente lo que dice el mismo: “Todos debemos ir a algún lugar; pero separados de Dios por causa de nuestros pecados, y confrontados por la posibilidad de vivir eternamente, necesitamos ayuda. ¿A dónde acudimos en nuestra soledad y dolor? ¿A dónde vamos con las preguntas no resueltas? ¿A quién iremos cuando nuestros propios recursos nos conduzcan a la desesperación? ¿A la educación? ¿Al dinero? ¿A la ciencia? ¿A quién iremos?.

Los escépticos se burlarán de nosotros, los ritualistas ofrecerán un acto significativo, pero vacío. El filósofo nos presentará las presunciones de hombres falibles, y el moralista nos dará la guía que el mismo no es capaz de seguir. Sólo Cristo pudo afirmar: Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre, y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar (Mt. 11:27). ¿Quien tiene más comprensión de la naturaleza de Dios, que Cristo? ¿Quién ha afirmado cosas tan asombrosas, y luego realizado los milagros para confirmar su palabra? ¿Qué hombre sobre el planeta tierra ha hablado alguna vez como El? ¿La muerte de quién, puede hacer remisión de pecados?. También este autor agrega, que leyó en alguna parte: Para el Panadero, El es el pan de vida. Para el banquero, El es el tesoro escondido. Para el florista, El es el lirio de los valles. Para el astrónomo, El es la estrella brillante de la mañana. Para el terapista, El es el maravilloso consejero. Para el constructor, El es la piedra angular. Para el científico, El es el Creador. Para el pecador, El es el Cordero de Dios. Para el Político, El es el Rey de Reyes. ¿A quien iremos? No hay otras opciones… Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente (Jn. 6:69). Había un discípulo que no estaba de acuerdo, y se fue a otro lugar, rehusando ver a Cristo como al Hijo del Dios,  Judas decidió que se miraría a sí mismo y escogió tomar las decisiones basado en lo que parecían ser sus necesidades inmediatas y egoístas. Aunque él escuchó la conmovedora respuesta de Pedro, simplemente endureció otra vez su corazón. Y entonces Cristo respondió a la confesión de Pedro con estas atemorizantes palabras ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? (Jn, 6:70). Antes de rechazar lo que había escuchado, Judas debió asegurarse de que podía encontrar a alguien para reemplazar a Cristo. Por supuesto, no existe nadie más. Por lo tanto Judas se perdió eternamente. No conocemos todos los motivos por los cuales Cristo escogió a Judas, pero sin duda, El deseaba demostrar que aun aquello que aparentemente sirve con el más alto grado de honor puede tener un corazón apóstata. He aquí un hombre cuya apostasía estaba escondida, pero que con el tiempo sería revelada. Judas se perdió para siempre porque rehusó aceptar a Cristo como su Salvador personal. Es que si uno no viene al Hijo de Dios, no hay ningún otro a quien ir.” En conclusión, y; a la única respuesta que llegue es que No somos capaces de quitar nuestro propio pecado ni de llegar por nosotros mismos a Dios. No hay otro lugar a donde ir, ni a quien mas acudir; sino a los brazos de nuestro Señor Jesús, quien solo tiene palabras de vida. Vayamos con prontitud a Cristo. Amén

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