La
Biblia no habla de la vida de Enoc con detalles, tan sólo lo menciona para
decir que caminó con Dios. Esto nos describe su gran devoción a Dios, lo cual
significa, que él tenia una sagrada reverencia hacia Dios, era tanta su fé, que
vivía confiado en su palabra y sus promesas, trató de llevar una vida santa y
abrazó los caminos de Dios, mientras se mantuvo firme contra la impiedad de su
generación.
El
ejemplo de la vida de Enoc debe llevarnos a meditar, ¿vivimos en verdadera
santidad? ¿Esperamos la venida de
Jesucristo para estar con El para siempre? Dios en su
palabra nos recuerda que debemos “ser santos porque El es Santo” (1P 1:16),
“sin paz y sin santidad nadie verá al Señor” (Heb 12:14), esto implica que
debemos “guardar sus mandamientos” (Jn 14:21).
Nosotros
estamos llamados a ser “luz del mundo” (Mt 5:14), “sal de la tierra” (Mt 5:13);
Cuando El Señor nos rescató de nuestros malos caminos, nos selló con su Santo Espíritu; El que nos ayuda y guía a toda verdad (Jn 16:13), es por esto, que al
ser luz y sal de la tierra, debemos marcar la diferencia al hablar, al
conducirnos. Dios renueva nuestras vidas de tal manera que ya nos somos los
mismos (2 Co 5:17), con nuestro testimonio podemos llevar a otras personas a
conocer a Dios y a vivir una vida santa. Así como Enoc se mantuvo firme en su
generación, nosotros debemos procurar en este tiempo, donde el pecado y la
maldad ha aumentado, estar consagrados para Dios, creyendo en sus promesas y
esperando su venida.
Hagamos
esta corta oración:
“Señor,
en esta hora vengo ante ti, para pedirte perdón por mis faltas y pecados,
límpiame con tu sangre preciosa, ayúdame a guardar tus mandamientos y a vivir
solo para ti; santificándome cada día, en el nombre de Jesús. Amen”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario