Una cosa es corregir a nuestros hijos por los errores y faltas que cometen pero otra es destruir su autoestima, sentimientos y moral con palabras hirientes, golpes y castigos imborrables de su memoria. Muchos padres de familia siembran en sus hijos una semilla de amargura, venganza y rebeldía en contra de ellos mismos por la sencilla razón de que no corrigen a sus hijos con mansedumbre, paciencia y amor sino que los destruyen con su forma áspera y cruel de tratarlos.
¿Sera que estás haciendo con tus hijos lo mismo que tus padres hicieron contigo? ¿Será que aquella forma de vida brusca y tosca con la que te formaron cuando hijo es la que estas repitiendo en tus hijos?
Corrige a tu hijo mientras aún hay esperanza; Mas no se apresure tu alma para destruirlo. Proverbios 19:18
Hay dos extremos en la vida; los padres que son muy liberales que le permiten a sus hijos ir y hacer lo que quieran pero también están aquellos que son demasiado posesivos con ellos y no le permiten desarrollarse como jóvenes o adolescentes que son, recuerdo hace un tiempo en donde un joven adolescente quiso empezar a vivir una vida desenfrenada y sus padres lo dejaron hacer lo que quería, como resultado de ello una madrugada el joven iba manejando borracho y se accidento con un autobús lo cual le causo la muerte instantánea.
Hay padres que se han ganado la rebeldía de sus hijos porque en vez de corregirlos los han ido destruyendo poco a poco de manera que cuando crecen no quieren saber nada de ellos. Dios le dijo en un momento a un sacerdote llamado Eli “Fuiste muy negligente en no corregir a tus hijos” Tal vez has estado Destruyendo a tu hijo al compararlo con los demás, al desmoralizarlo, al tratarlo como un bueno para nada y hasta golpes violentos le has dado; pero déjame decirte que aún hay tiempo de tomar el camino correcto y enderezar la senda que esta transitando tu hijo y lo haces volviendo tu corazón al de él y tratándolo con mansedumbre, amor y compasión.
Cuantos padres de familia viven día tras día maltratando a sus hijos, siendo crueles con ellos, diciéndoles malas palabras y se olvidan que un día fueron hijos y que lo único que necesitaban era amor y comprensión.
Todo hijo en su etapa de desarrollo comete errores y faltas de las cuales no hay que sacárselas en cara para destruirlos sino más bien corregirlos con la ayuda del Espíritu Santo y la veracidad de la Palabra de Dios. Es tiempo de ser padres que Amen y corrijan a sus hijos con el propósito de instruirlos en el Camino de la Verdad y no ser los utensilios que el enemigo usa para introducirlos en las cosas más bajas de esta sociedad.
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